El trasiego ilegal de ganado es una actividad que no tiene costos operativos de procesamiento, ni cumple con ningún requisito formal, legal, fiscal o sanitario establecido en el país, obligaciones que sí son cumplidas estrictamente por quienes realizan legalmente sus negocios en la actividad industrial cárnica y ganadera.

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De todas las salidas de ganado en pie, prácticamente sólo Albalinisa y SuKarne han cumplido con sus obligaciones fiscales, el resto de salidas de reses en pie, por un lado, de contrabando, y, del otro, subvaluadas, han eludido el pago de impuestos al fisco en Nicaragua y en el país adonde llega el ganado.

El no pago de impuestos, tanto en Nicaragua, como del IVA en el país de destino, por el ganado trasegado de forma ilegítima, y por quienes subvalúan sus exportaciones de ganado en pie, genera una ventaja competitiva a favor de los que operan ilegalmente. Estos impuestos dejados de pagar, que equivale a unos US$ 150.00 por cabeza, han creado una espiral alcista en los precios de las reses en Nicaragua que distorsionan la realidad del mercado normal, el que debe ser un reflejo de los mercados de la carne y no de un ilícito. Este hecho, más el volumen del desabastecimiento causado por el trasiego ilegal, coloca en serio riesgo la estabilidad económica de los mataderos, con repercusiones en numerosas áreas de la economía nacional, como la producción, las exportaciones, los precios de la carne al consumidor, el empleo, la recaudación fiscal, los aportes al seguro social, el crédito a los productores ganaderos, y la capacidad competitiva de la carne nicaragüense en el mercado internacional, sea esta competitividad referida a las exportaciones, o a la capacidad para competir contra posibles importaciones de carne al país.

Para explicar los riesgos que implica, para toda la cadena de producción de la carne bovina, el no ser competitivos ante las carnes de otros países, tanto dentro, como fuera, a causa de lo que acontece en Nicaragua en este sector, es necesario señalar que el precio que se paga por los novillos localmente es de 33% a 40% más alto de lo que se paga en otros países competidores en el mercado mundial. Por ejemplo, en Nicaragua el kilo de novillo en canal caliente se paga en este momento, inicios del mes de junio del 2015, a US$ 4.18 el kilo, mientras que en Brasil a US$ 3.02 y en Paraguay a US$ 2.99 el kilo en canal caliente. También paga precios por el ganado muy por encima que el de otros competidores como Uruguay, Argentina y Australia. Los países antes mencionados son los mayores exportadores de carne del mundo.

Esto se traduce para Nicaragua en una desventaja competitiva inmensa a favor de la competencia de otros países. Las cifras de mayores costos de materia prima en nuestro país vienen a ser entonces de entre US$ 1,546.00 a US$1,586.00 por tonelada métrica de carne procesada. Esta desventaja, desde el punto de vista de las exportaciones, condena a la carne de Nicaragua a que se le cierren mercados o que no se puedan abrir otros, y, del otro lado, desde el punto de vista de las importaciones, a que sea más favorable a la nación importar carne de los países mencionados, por poderse obtener a menores precios, y que también lo hagan nuestros mercados naturales de Centroamérica y nuestros mercados preferentes o principales, como los de Estados Unidos y Venezuela. Esto último está en pleno desarrollo, pues para muestra, en el caso de Panamá, nuestro quinto mercado más importante de la carne, ya autorizó, desde el mes de abril de este año, la entrada de carne del Uruguay. Así mismo es inminente la entrada de carne fresca y congelada de Brasil a los Estados Unidos, a inicios del 2016, según las negociaciones que se llevan a efecto en el momento y que terminarán con el cambio en las normas del USDA para la importación de carne de Sur América.

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Aunque el mercado mundial de la carne está en crecimiento y los precios han mejorado, cabe decirse que para mantener nuestros mercados y captar otros nuevos en este mundo globalizado, la carne nicaragüense tiene que competir con otros países productores de carne en el mundo, lo que fuerza a producir con eficiencia, bajos costos y calidad.

Lógicamente, para que un producto tenga preferencia sobre otro similar, y sea adquirido, debe tener ventajas competitivas o mejores atributos. En el caso de productos poco diferenciados, como es el caso de la mayor parte de la carne bovina que se comercializa a nivel mundial, los precios (o sean los costos) y la calidad, que incluye inocuidad, aspectos sanitarios de la actividad primaria e industrial, suavidad, color, etc., son los factores más determinantes que el comprador toma en cuenta cuando toma su decisión de compra durante la puja entre los competidores. La calidad de la carne nicaragüense es aceptable, pero también debemos admitir que es inferior a la de los países del Cono Sur o Australia. De otro lado, estos países, como se mostró, producen a menores costos que Nicaragua, por tanto, sus carnes tienen ventajas competitivas sobre las de nuestro país. No se debe olvidar tampoco que Nicaragua enfrenta el reto de la desgravación y entrada al país de las carnes de Estados Unidos, como son las clasificadas como No Roll, Standard y la de vacas.

Producir a bajo costo y eficientemente en toda la cadena es el reto que tenemos para evitar que Nicaragua se convierta de exportador a importador neto de carnes.

El trasiego ilegal y masivo de ganado en Nicaragua es un factor disruptivo de la sana competencia que en el bienio 2013-2014 acaparó aproximadamente el 25 % de la disponibilidad de novillos en el mercado, porcentaje que sigue creciendo, como lo denotan las cifras oficiales que señalan una reducción adicional aproximada al 14% en la extracción de novillos y de casi el 10 % de reducción en el volumen de las exportaciones en el 2015, hasta abril, si se compara con igual período del año pasado. Este perjuicio se acrecienta, con impacto negativo en la actividad ganadera y resto de la cadena, aún mayor, si se si se toma en cuenta que el trasiego ilegal incluye vaquillas, que son las requeridas para la reproducción, así como terneros, y ambos son el futuro de la ganadería nicaragüense. En el campo, los engordadores y repastadores de ganado, uno de los eslabones necesarios en la cadena cárnica ya prácticamente no encuentran los animales de “50 pulgadas” que requieren para su negocio, pues ya se los llevaron y los pocos que encuentran es a un precio prohibitivo.

Seremos entonces importadores netos de carne cuando nuestras exportaciones sean menores que nuestras importaciones, lo que ha sido el patrón que han seguido los países de Centroamérica. Los altos costos de producción por la materia prima, y el desabastecimiento de ésta, ambas cosas a causa de un ilícito, así como la liberación del ingreso de la carne que es competencia de la de Nicaragua, a menores precios, hacia nuestros mercados naturales, hacia los preferentes y hacia nuestro propio país, no está lejos, está tan cerca como el 2016 con la entrada de Brasil y Uruguay, y tan lejos, como el 2021, cuando quede desgravada en un 100% la entrada de carne de USA.

La tendencia es pues, de exportar menos e importar más carne. En esta situación ni el ALBA nos salva. Las compras del gobierno venezolano convirtieron a ese país en nuestro segundo mercado en importancia, y fue el primero en algunos años, gracias a las buenas relaciones políticas entre nuestros dos países. Pero aun así, tenemos que ser competitivos. La solidaridad tiene sus límites. Venezuela no nos comprará la carne más cara porque somos Nicaragua. Le sobra donde comprarla.

Por Onel Pérez, Director Ejecutivo  de CANICARNE